En torno a Everybody scream

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Desde que oí el adelanto de Rosalía tengo la sensación de que ambos discos están unidos de una forma rara. Como si fuesen las dos caras de la misma moneda. Hijos de su tiempo. Del mio. De ese tiempo donde el feminismo ya no está de moda y las mujeres seguimos estando hartas de lo de siempre.

Florence empieza el disco como quien empieza un manifiesto. Estos son mis principios. Y esto no es ninguna broma. Si no te gustan... Adiós.

El grito salvaje con todo el cuerpo. Florence empieza el disco explicandonos por qué sigue en este tinglado. Exactamente por la misma razón por la que vamos a sus conciertos.

Esta primera canción habla de la comunión en el sentido ancestral, de eso que ella crea cuando se sube a un escenario. Lo sabe. Sabe perfectamente lo que hace y que hay muy poca gente capaz de conseguir eso. Lo sabe y sabe que es importante.

Una de las grandes. A pesar del canon de los cojones. De eso va esta canción. Es así de simple. Florence está harta de callarse y no se calla y me revuelve entera. Porque al otro lado hay muchas en el público que ya no nos callamos. El gusto masculino. Eso dice literalmente. Demasiado femenina para funcionar. Se ríe de los que se rieron de ella y ahora se tienen que callar. Hay por lo menos 5 instrumentos de cuerda sonando a la vez. Muchísimo efecto. De voz y de sonido. La verdad desnuda a veces suena así en medio del jaleo y se hace el silencio.

Hasta que empieza el aquelarre. El baile de las brujas.

Cómo exorcizar el puto amor romántico. Cómo superar a alguien con quien la vida y el sexo eran eso sabroso, bello, obsesivo. Cómo superar los tiempos donde sonaba música feliz mientras caminabas por la calle con el corazón batiendo como si él siguiese dentro de ti.

Le llaman locura a tu tristeza. Superalo. Encuentra a otro. Pero no seas puta tampoco. Superalo. Finge el amor hasta que te lo creas. Pero no te dejes maltratar tampoco. Suenas desesperada. Y la solución era otra. Sentarnos todas a hablar. Todas las locas. Todas las putas. Entenderlo bien. Empezar otra vez pero bien. Monstruosa. Implacable.

Sabiendo lo que buscas y lo que no aceptarás jamás. Ya no.

Sympathy magic sigue estremeciendome. Hay un sonido como de arma amartillándose durante toda la canción. Ser buenas no nos salvó a ninguna. Pero sobrevivimos con nuestras cicatrices. Ya no le rezamos a dioses de mentiras. Elevarte por encima de toda la basura. Ven y dámelo todo. Todo o adiós. Qué más escondes cobarde. Vamos. Quiero más o adiós. Todo o adiós. Lo que eres o adiós. Quiero que lo digas aunque ya lo sepa.

Perfume and Milk es el tiempo pasando mientras te curas. Otoño, invierno, primavera, verano. Otoño otra vez. El mundo gira. Has huido del dolor hasta estar curada. Te lamiste las heridas hasta florecer. Volver a ser tú pero siendo otra. El mundo gira. Susurras con cada paso que te devuelve al centro, segura de que todo estará bien.

Buckle of your belt es una recaída. Más amor romántico. Aunque ahora entiendas lo que te pasa te sigue pasando. Él no da nada y tú persigues la nada. Te dejarías pisar. Sigues colgada de la hebilla de su cinturón.

Kraken es una venganza lenta y larga. Dijiste que no sería nada. Que era una groupie venida a más, y ahora soy más grande que tú. Me pregunto cómo de idiota hay que ser para creer que el éxito de Florence es tuyo en lugar de suyo. Pero yo qué sé. Los señores. Ella insiste en lo monstruoso. Como si se lo creyese de verdad.

The old religio es el miedo a recaer. Arrastrarte huyendo mientras la tormenta se aproxima. Suena. La oyes acercarse mientras Florence canta. Suena cada vez más cerca. Todo se acelera. Ella no puede respirar y yo tampoco. Voy en un tren lleno de gente y me estoy poniendo nerviosa. Entiendo la necesidad de huir.

Drink deep me parece más literal que analógica. Beber hasta que te consumes a ti misma. Volver de ahí como puedes.

Music by men es el sarcasmo absoluto hecho canción. Y no quiero decir nada más porque ya lo dice ella todo. Ese rollo que nos cuentan como si fuésemos idiotas. Nosotras haciéndonos pequeñas para que “no se asusten”. Pareciendo idiotas algunas veces.

A qué le llama cada quién amor o enamorarse.

Pero cuando Florence se pone a hacer música de hombres es también la mejor. Folk sencillo pero con su esencia. Las cuerdas jugando a cositas con la guitarra acústica. Con la eléctrica.

En You can have it all Florence llama a la luna rajá de manzana. Gruesa allá en el cielo. Y sé de qué luna habla.

La forma en que conecto con lo que canta me perturba. Hay un día en que entiendes que algunos hombres necesitan hacerte daño. Muchos en realidad. Y le llaman a eso amor. Hay un día que lo entiendes y todo cambia aunque el proceso de huida, de reconstrucción, sea como nadar a contracorriente. Pero tú ya lo has entendido. Ya sabes qué quieres y qué no. A dónde no volver. Cómo no rendirte. Y el amor.

And love. No era como nos contaron. Es más como rendirse a algo, más un descanso que una carrera. La paz. La paz se confunde con lo aburrido. Pero sin paz no hay nada vivo. Sin paz no hay amor. Ni hay música. Hay una paz pequeña, privada, que llega y lo cambia todo cuando dos, o tres, o los que sean, se rinden de golpe y a la vez. Dejan de luchar contra lo que sienten. Y desde ahí es posible construir algo real. Justo. Importante. Suena un arpa. El disco acaba. Todo empieza. Estarás esta vez curada de verdad? Sabrás huir sin colgarte de la hebilla del cinturón de un hombre que en lugar de aceptar lo que le pasa usa la violencia para fingir que tiene el control? Yo, oyendo el disco, creo que sí.

Dice Florence que escribe las letras porque riman y el resto las interpretamos. No es verdad y es verdad. Pero aunque haya entendido su historia mal estoy segura de una cosa: se ha desintoxicado del amor romántico y eso ha cambiado su forma de hacer música.

Hay una luz abriéndose camino potente en lo peor de la oscuridad de cada canción del disco. Hay una luz que viene de dentro y no se puede fingir ni en las canciones ni en la vida. No hay filtro de Instagram que lo consiga. Hay una luz que hace de este disco un refugio en el que quedarse toda la vida.