En torno a la noche estrellada

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Van Gogh pintó varias noches estrelladas. Tres que yo sepa. Solo he tenido delante una. Y es una de las pinturas que más me ha impresionado en directo. Una de esas que has visto tantas veces en reproducciones variadas que parece no poder sorprenderte y en cambio se las arreglan para dejarte boquiabierta.

Hay algo con los buenos cuadros que ni las técnicas de reproducción más precisas pueden captar.

Eso pasa con algunos de Miró y sus colores luminosos que pierden tanto en foto.

Eso pasa con todos los de Turner: estar delante de su forma de pintar la luz es deslumbrante.

Eso pasa también con varios Velázquez (por ejemplo la venus del espejo), muchos Goya (la camisa blanca cegadora de los fusilamientos del 3 de mayo o las miradas humanas de los caballos frente a los ojos febriles, enloquecidos e irracionales de los Mamelucos son cosas que se pierden en las reproducciones y que a uno le golpean cuando dobla una esquina de El Prado y se las encuentra delante de las narices. Le golpean incluso en la sobreexposición sensorial que supone visitar un museo enorme lleno de obras de arte universales).

Van Gogh pintó varias noches estrelladas. Tres que yo sepa. Solo he tenido delante “Noche estrellada sobre el Ródano”.  Está en el Musée d´Orsay y es imposible pasarlo por alto. Porque llama poderosamente la atención en sí mismo. Porque las estrellas pintadas iluminan la sala entera y eclipsan todo el resto de cuadros que podrían ser la joya de cualquier colección si no tuviesen que competir con ese.

La terraza nocturna de Arles (no confundir con el café nocturno que pinta un interior con mesa de billar y puede verse en Yale) está en un museo Holandés en un pueblo cuya existencia desconocería si no fuese por esta razón. Otterlo, se llama la localidad.

El cuadro conocido como “Starry night” o Noche estrellada (a secas) está en el MOMA de Nueva York. Probablemente en ese museo estén la mayoría de los cuadros que no me quiero morir sin ver en directo.

Uno de esos es la Noche estrellada. Me pregunto si la impresión en la retina es tan inolvidable y tan física, tan corporal, como esas otras estrellas brillantes sobre el Ródano.

Me pregunto qué tiene esa pintura que ha inspirado canciones y poemas,

Canciones como esta de Don McLean

Poemas como este de Anne Sexton poetisa que empezó su “carrera literaria” por recomendación de su psiquiatra al que iba desde una depresión post parto. Sexton escribía lo que los críticos especializados suelen denominar “literatura femenina” y parece que se riese ya en 1974 del “tecnicismo” escribiendo poemas sobre su útero o su menstruación si no fuese porque esa depresión post parto empeoró con su siguiente parto y Sexton acabó suicidándose.

Pero entre esa “literatura femenina” también encontró un hueco para este poema sobre el cuadro del Moma. Imagino que se sintió identificada con ese cuadro pintado mirando por la ventana del “sanatorio mental” de Saint-Rémy donde Van Gogh pasó quién sabe si demasiado tiempo.

¿Qué tiene el cuadro? No mucho: un ciprés, un pequeñísimo pueblo con casitas de luces encendidas. Un cielo voluptuoso no sabemos si de nubes, de estrellas, de galaxias, de cometas, de todo junto o de nada de eso. Una luna que parece un sol. Unas lomas, azules de noche, al fondo. Nada más. Y sin embargo no me canso de mirarlo incluso en una reproducción en jpg. Hay algo hipnótico en ese cielo nocturno irreconocible.

Anne Sexton pensaba en la muerte cuando miraba el cuadro. A mi ni se me había ocurrido, como nunca se me ha ocurrido (de momento) escribir sobre mi útero. Pero me he topado con su poema por casualidad y al primer verso estaba viendo esta y no otra de las noches estrelladas que Van Gogh pintó mirando por su ventana. Y pensando que tengo que ir al MOMA y ponerme delante de esa noche estrellada.

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Ampliación (18/11/2014) : Hoy me he encontrado con este post tan tan interesante sobre Van Gogh y su forma de pintar la turbulencia… 

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Ampliación (11/12/2019) : Estuve en el MoMa en primavera. Delante de otra noche estrellada de Van Gogh. Me gustó un millón de veces menos que la de París. Bien, porque París está mucho más cerca. Y espero volver a pararme delante alguna vez.