Cosas que Ot podría enseñarles a los gañanazos (si mirasen más allá de su ombligo)

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1. Que no son los guardianes de ninguna esencia. Por más que durante generaciones les hayan explicado que ellos tienen la verdad revelada y absoluta sobre qué es cultura, qué es música de la güena güena, qué es bonito, qué es feo, qué gusta, qué no gusta, qué está pasado de moda y qué funciona, resulta que NO ES VERDAD. Tendrían que asumir que su gusto vale lo mismo (repito LO MISMO) que el de cualquier “mojabragas”, “niñata” “inculta”. Su gusto es tan subjetivo y tan sesgado como el de cualquiera. A veces será más informado, otras no. Pero eso no lo sabemos a priori. Y conozco a muchas niñatas mojabragas que han oído más y mejor música que muchos señores gafapastas de los que nos dan la brasaza con sus “obras maestras imprescindibles” de coleccionable de quiosquito. Han sido las presuntas niñatas las que votaron para meter entre las favoritas de cada semana a Amaia, las que le dieron el sobrenombre de “Amaia de España”, las que hicieron cola para sus firmas y las únicas que sabían desde la primera vez que la escucharon que cuando esa mujer hace música es un escándalo. Las menos sorprendidas con la potentísima versión de “Shake it out”, una de esas canciones que serían himnos gafapastas si no fuese porque son obra de una mujer que superó sus miedos y se hizo libre e incontrolable.

2. Que las mujeres pueden ser buenas amigas y leales entre sí. Que de hecho lo son. Que comparten ropa, confidencias, risas, banalidades, preocupaciones, que se cuidan, se dan cariño, que no son zorras competitivas pero tampoco hipócritas cobardes. Ahí tenemos a Aitana y Amaia y Ana y Miriam siendo sinceras las unas con las otras, exponiendo sus miedos e inseguridades ante otras sabiendo de sobra que las otras no van a traicionarlas. Que van a cuidarlas. Ahí tenemos a esas mujeres siendo amigas. A ninguna de nosotras nos sorprende eso porque llevamos toda la vida viviendo eso. A pesar del mito todas sabemos que cuando vienen mal dadas ahí están nuestras amigas. 

3. Que un hombre y una mujer heterosexual pueden tener otras parejas y quererse mucho entre sí y mirarse con brillo en los ojos y que eso no implica una crisis. Que cada pareja tiene sus códigos y sus pactos propios aunque el resto no los entendamos ni tengamos por qué entenderlos. Que igual ese cariño tan fuerte termina en una relación de pareja monógama estándar o igual termina en cualquier otra cosa y que ninguno de nosotros somos quién para meternos en los pactos y las negociaciones de otras personas ajenas a nosotras por más que nos incomoden porque nos retan. Porque nos hacen dudar de lo que nos habían enseñado como inamovible.De un modelo que a todos se nos ha quedado alguna vez pequeño, grande, insuficiente, excesivo, agobiante o lo que sea.  

4. Que no nos gustan las mujeres seguras de sí mismas y las queremos indefensas, frágiles, llorosas, calladitas, hechas una bola protegidas por hombres o solas pagando el peaje de negarse a ser indefensas, frágiles, llorosas, calladitas y etc.  Y que eso es machismo y misoginia. Ahí tenemos a Ana que empezó siendo la mujer ideal: preciosa y divina pero sin saberlo y de pronto se convirtió en la Altanera, Preciosa y Orgullosa.La consciente. La broma nos hizo gracia diez minutos. Luego hubo que ponerla en su sitio. Qué se ha creído. Esa chulería inaceptable de cuando una mujer se gusta, se quiere y es consciente de las cosas que hace bien.

Ahí tenemos a Miriam, que se comporta como cualquier hombre estándar de su edad. Sentencia como si lo supiese todo. Interrumpe, habla alto, ocupa espacio físico, da golpes en la mesa, se sienta espatarrada y etc. Mal todo (si eres mujer, si eres hombre es así como se es). Es una harpía poco femenina. Pero un día le vemos la grieta: una inseguridad brutal respecto a su cuerpo. A pesar de ser una mujer normativa y preciosa ella no se percibe así. Y aprovechamos la grieta para destruirla.Otra vez el aspecto físico como mecanismo de control, como forma de someternos.  Mi forma de entender el mundo implica que desaparezcan las actitudes de hombre estandar, no que las empecemos a utilizar nosotras por norma, pero eso solo ocurrirá si nos paramos a pensar por qué premiamos eso en los hombres y lo castigamos en las mujeres y a qué clase de actitudes conducen esos comportamientos cuando uno está inseguro, estresado, nervioso y etc. Porque un modelo basado en hablar más alto, más brusco y ocupando más espacio que el de al lado conduce a la violencia inevitablemente. A defenderte y esconder tus miedos subiendo la intensidad. 

5. Que la homosexualidad y la bisexualidad no están aceptadas socialmente por más que digamos que ahora, para molar y salir en la tele, hay que ser gay. Solo dos concursantes han reconocido abiertamente tener orientaciones no heteronormativas. Marina dijo no ser heterosexual y tener una pareja trans. Su beso con su novio en prime time fue un acontencimiento digno de portadas de medios e hizo cortocircuitar a un montón de gente. La misma gente que vio el beso de otras parejas de concursantes como quien oye llover. Yo misma tuve que explicarle a un amigo que Marina no es heterosexual aunque tenga novio, porque le gustan habitualmente las mujeres y ahora también le gusta su novio que es un hombre trans (gente LGTB si hay algo incorrecto en mi explicación decidme y aprendo). Además Agoney ha sido tan abiertamente gay como Roi ha sido abiertamente heterosexual. Por poner un ejemplo. Sin embargo hay al menos otros 3 de los 16 concursantes teniendo actitudes muy poco naturales respecto a su sexualidad que hacen pensar a todos los espectadores que no son heterosexuales. ¿Y por qué no lo dicen si está todo tan normalizado? Bueno, igual que sus dos profesores de interpretación, que son pareja y hablan abiertamente de su relación y de la importancia del activismo LGTB hayan sido agredidos durante el desarrollo del concurso no ayuda. Se me ocurre.

6. Que no pasa nada por pedir perdón ni por llorar en público. Amaia se ha pasado buena parte del concurso diciendo “huy perdón, perdón” cada vez que desafina, se desconcentra, tiene un ataque de risa en clase de yoga o llega tarde al pase de micros porque estaba peinándose. La directora de la academia (HAMO a Noemí, por cierto), ha pedido perdón todas las veces que ha sentido que se equivocaba, la última ha pedido perdón llorando en público y en directo. La directora de la academia. Algunos profesores han reconocido de forma muy abierta que quizá se han equivocado en la elección de los temas, el enfoque en la interpretación, las armonías o cualquier cosa. Y tanto el resto de la gente del programa como el público no solo no les queremos menos sino que los queremos hasta más. Conectamos con ellos, entendemos sus errores y valoramos su capacidad para resolverlos o asumirlos con humildad. Respecto a llorar en público, benditos sean los Javis, que parecen haber entrado en ese programa solo y exclusivamente para sembrar la semilla imprescindible de lo vital de entender y expresar tus emociones, y de cómo eso no te debilita sino que te ayuda a ser más feliz para empezar. 

7. Que hay mujeres músicas. No solo Guille Milkyway (también lo HAMO, por cierto) aprovecha cada una de sus clases para poner ejemplos de mujeres músicas que hicieron cosas relevantes para la historia o confiesa que un disco de una tía le parece de los mejores de la historia o que algunas presuntas novedades de señores ya las había aportado a la historia de la música una señora antes. 

No solo han buscado un equilibrio en las estrellas invitadas a la academia (no tanto a las galas, ejem) de forma que mujeres músicas les expliquen a los concursantes sus impresiones, experiencias y etc en la industria. No solo eso. Además el 24h nos ofrece de vez en cuando los maravillosos momentos en que Aitana o Amaia cogen la guitarra o se sientan al piano y cantan música compuesta por otras mujeres o crean su propia música. Exactamente igual que algunos de sus compañeros.

8. Que las mujeres de verdad tienen o no tienen curvas pero todas tienen vello en alguna parte de su cuerpo. Y algunas deciden que no necesitan depilarse aunque salgan en la tele en prime time y con falda corta. Y lo dicen con orgullo. Porque aunque acaben de cumplir 19 años sabe de sobra que lo personal es político. 

Paro de momento. Pero queda un mes y seguro que entre todas se nos ocurren muchas más cosas que añadir a esta lista que tristemente Javier Marías nunca leerá. Con la ilusión que me haría a mi. Está ocupado, como tantos, mirándose el ombligo