En torno al “deporte femenino” y el masculino genérico

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Está la literatura y luego la literatura femenina. Está el fútbol y luego está el fútbol femenino. Está el masculino y luego está el masculino genérico.

Está lo universal, lo que tiene que ver con el hombre (masculino genérico), y lo otro. Lo no masculino (ni genérico ni no genérico). Así se construye el mundo todavía hoy en 2021.

Media humanidad como excepción, como algo folclórico o exótico, como algo gracioso, esforzado, que a veces, casi casi casi casi llega al presunto nivel de los hombres (masculino no genérico) a lo que a veces los muchachos le hacen algo de caso.

Están los raesaurios intentando convencernos de que todos estos paréntesis que he tenido que poner para que se entienda el sentido de la palabra hombre es “un pilar fundamental de la lengua ehpañola” y un mecanismo inmejorable para explicar el universo con la mayor precisión y ¡OJO! ECONOMÍA DEL LENGUAJE. Decidme si no es ridículo.

Está el poder del sistema (ese heteropatriarcado capitalista cuya sola mención sigue dando tanta risita a los jumoristas progres) y están las migajas que nos dejan.

estamos nosotras desgañitándonos con lo obvio, teniendo toda la paciencia del mundo, explicando con dibujos, gifs animados, videoclips de Beyonce, programas de telerealidad, portadas de revistas, preguntas y respuestas parlamentarias, textos teóricos de sociología y filosofía, entrevistas de dominicales y todo lo que podemos, todo lo que todavía falta por entender. Desde lo básico (un violador y un maltratador no pueden justificarse) hasta lo aparentemente accesorio (si no dices fútbol masculino por qué dices fútbol femenino?).

¿Es importante dar peso al deporte practicado por mujeres? Pues comparado con la ablación de clítoris, la esclavitud sexual, la pobreza de las mujeres y etc obviamente no.

Pero.

Siempre el pero.

Primero pasa una cosa graciosa: parte del sistema se basa en la ilusión de que las mujeres somos físicamente más débiles que los hombres de forma incuestionable. Como conjunto. Más menudas, más frágiles. Es biología. Dicen.

Estoy hasta el mismísimo coño de la biología.

Lo cierto es que no sabemos si eso es verdad. Y no entro ya en cómo se mide la fortaleza física, que sería otro tema.

Siglos y siglos de fingir que lo femenino es sentarte lánguida en una silla, suspirar, tejer, esperar a un señor, enflaquecer, debilitarte, que no se te note ni un solo músculo, ni una vena, ninguna señal de vida, encorsetarte, encogerte los pulmones no te deja mucho espacio para desarrollar la potencia física que puedas tener como ser humano. No te deja ni siquiera espacio para respirar con normalidad.

Y resulta que yo, sin ir más lejos, soy físicamente más fuerte y más grande que bastantes hombres que conozco. También mucho más pequeña y frágil que otros, claro. Aparentemente, al menos. El otro día había un tuit contando lo de las sufragista y el jiatsu.

Dividir el mundo en “Los hombres” y el resto sigue sin tener ningún sentido en absoluto, como no lo tiene dividirnos entre “blancos” y “negros”. No sirve para nada que no sea mantener un sistema injusto donde a algunos les va por defecto mejor que a otros. Y además son dos divisiones binarias igual de falsas (no soy blanca en USA o en Reino Unido, por ejemplo)

Y es gracioso. Porque cuando digo “soy más fuerte y más grande físicamente que muchos hombres que conozco” vienen a explicarme que en general no es así y que lo que he dicho es una tontería sin sentido. En cambio cuando digo que a los hombres blancos heteros les va mejor que a quienes no somos justo eso, vienen a explicarme que hay un señor en Logroño que gana menos que su mujer aun haciendo el mismo trabajo y que privilegios de qué si ellos son unos pringaos. Efectivamente. Pringaos con privilegios.

¿Es relevante darle peso al deporte de las mujeres? Pues igual más de lo que parece. Porque el deporte nos hace más fuertes y más sanas. Porque tener un deporte profesional femenino potente permite que existan modelos de mujeres, de cuerpos leídos como mujeres, diferentes en los que encontrarnos.

Porque igual ver a Ludmila con ese cuerpo compacto, ese culazo, esa espalda ancha, esas patorras potentísimas, sirve a muchas niñas y mujeres jóvenes para entender que NO HAY NADA DE MALO EN SU CUERPO y dejar de intentar adelgazar, ocupar menos espacio, languidecer, negar su naturaleza porque alguien les ha dicho que como mujeres deberían tener otro aspecto.

Porque igual ver a Eva Navarro correr con la pelota y el centro de gravedad bajo (como casi todos los futbolistas) y marcar su primer gol con la selección a los 19, les demuestra a muchas niñas que hay muchas formas de ser “femenina” sea eso lo que sea y signifique lo que signifique. Si es que es o significa algo, que yo diría que es tan ambiguo como “lo bonito”.

Porque igual ver a Mara Gómez debutar en la primera división de la liga femenina argentina sirve para que la gente normalice que hay mujeres cis y hay mujeres trans y eso no depende ni de tus genitales, ni de tu aspecto físico, ni del baño en el que entras ni de lo que diga cualquiera que pasaba por allí.

Es solo deporte. Y da igual. Pero hoy ha ganado el Atlético de Madrid femenino que después de marcar 3 goles ha levantado el pie del acelerador para no ridiculizar a sus rivales. Y a mi eso me ha parecido importante también. Hay otras formas de ejercer el poder, hay otras formas de ser mejor, hay otras formas de ganar y competir. Y son divertidas. Y no le quitan valor a tu triunfo. Igual hasta se lo dan.

Es solo deporte pero hoy ha ganado el Atlético de Madrid la Supercopa y Virginia Torrecilla ha salido con su calva descubierta a celebrar llorando. Y todas se han abrazado y han podido expresar lo que sentían sin hacer el cafre.

Es solo deporte. Pero tenemos derecho a lo fundamental y también a lo accesorio. Somos la mitad de la humanidad y queremos serlo siempre y para todo. Y dejar de ser lo otro. Lo apellidado. Fútbol femenino. Literatura femenina. Masculino genérico.