Hay que repensar el mundo para ver qué valores humanos comunes queremos utilizar en nuestras vidas. Todas las personas. Tengan los genitales que tengan.
Cómo ejercemos todas las personas el poder, desde dónde y para qué. Dejar de pensar en términos binarios, de fingir que nuestros genitales determinan algo, que detrás de todo ese discurso de lo masculino y lo femenino no hay solo un mecanismo malvado para que media humanidad se aproveche de la otra media.
Esta mañana este tuit de Tindriel me ha llevado a escuchar esta columna de opinión radiofónica que cito entera aquí y no enlazo porque no quiero llevar ni una sola persona a escuchar algo tan nocivo ni colaborar en que ese tipo de discursos den dinero a la emisora.
Pero no me resisto a utilizarlo para intentar volver a explicar algunas cosas.
Vamos allá. La cosa empieza así de floja y va empeorando:
“Una de las falacias de nuestro tiempo es creer q todo lo q venga de la juventud es necesariamente progresista”
Desconfío de los ensayos feministas sin bibliografía o con la manida bibliografía de las 3 autoras que cualquier cuñao te podría citar para ganar su quesito de trivial del aliado.
Me maquillo.
Desconfío de quienes intentan convertir el empoderamiento en algo individual.
Hemos hablado ya varias veces en hilos de tuister sobre si una novela es feminista porque la ha escrito una tía, o porque trata según qué temas.
Hace mucho que intento explicar qué me parece a mi una ficción feminista y creo que este finde he encontrado un vehículo a través de dos series de Netflix (Nerfli para los amigos)
Dos veranos e Intimidad.
(AVISO: CREO QUE NO HAGO NINGÚN SPOILER. Pero si eres de esas personas que quiere ver las series sin saber absolutamente nada… no sigas leyendo por si acaso)
Me encanta llevar escotes pronunciadísimos y pintarme los ojos con mucho brilli. También los labios rojo Marilyn y las uñas lacadas en colores fuertes. Me encanta bailar como si mi cuerpo vibrase desde dentro todo el rato.
Hago todas esas cosas libremente cuando me apetece. Todo lo libremente que es posible en este mundo. Pero soy consciente de que si hubiese nacido con otros genitales, en otro momento o lugar mi enfoque sería muy distinto. Probablemente como hombre me habría negado la posibilidad de probar a embadurnarme de purpurina porque los hombres con purpurina están mal vistos.
Probablemente miraría los escotes como algo que las mujeres llevan para ponerme cachondo y probablemente pensaría que una mujer que usa determinadas ropas o baila de determinada forma es “fácil” y va “pidiendo guerra”.
Alerta spoiler: hemos nacido y crecido en un contexto, nos hemos socializado en un contexto y ese contexto determina muchas cosas. Prácticamente todas las cosas.
Alerta spoiler vol 2: podemos cambiar todas esas cosas si queremos. Repito. Si queremos.
Hubo una época, hace décadas, en que me ponía escotes para gustar a los hombres. Fin. No me había parado a pensar si me gustaba a mi o no. Era algo que me habían dicho que a ellos les gustaba. Ser sexy era insinuar sin enseñar del todo, desabrochar el botón justo de la blusa, enseñar lo suficiente pero no demasiado. En eso me educaron y esa regla seguí hasta que me paré a pensar.
¿Qué me hizo pensar en todo esto? El feminismo. Una vez más.
Un par de semanas antes del 8M, un hombre me miró con cara de cordero degollado o de muñequito manga explicándome que la dureza de la violencia y la oscuridad de esa violencia que habían sufrido las mujeres a su alrededor le había tocado muy profundamente y le había cambiado y le hacían sentir asqueroso como hombre por ser parte de eso.
Yo, que soy una señora muy mayor y muy escéptica con esto de las “nuevas masculinidades”, dije lo que he dicho muchas veces en situaciones similares: no es cuestión de que te flageles, se trata solo de hacer tú distinto a partir de ahora. Cambiar algo.
Ese mismo hombre, una semana después, el 7M, comentó las ganas que tenía de ir a lo de Louis CK y yo le dije “ese señor asqueroso y encima el 8M. Es lo que te decía el otro día, este tipo de validaciones del acoso facilitan que siga ocurriendo en todos los ámbitos, todos a aplaudir y reírle las gracias a un agresor”
Dice una amiga que si tenemos una lista de autoras de habla inglesa desde 1850 hasta nuestros días.
Así que entre todas (las personas) en tuister hemos improvisado esta listita. Por si alguien osa decir que es que no hay suficientes donde elegir. Empiezo por Virginia porque de un tiempo a esta parte es de las pocas que salen en las listas universales. Y antes de eso estuvo olvidada. Para que no se nos olvide a nosotras cómo funciona el canon de los cojones. El resto sin orden ni concierto. Por si ayuda de momento pongo fecha y lugar de nacimiento y en cursiva a las no blancas, que es un eje que cada vez me parece más relevante por olvidado.
Además hemos metido a alguas personas no binarias. Igual un día deberíamos hacer una lista de personas que escriben y no son cis.
Es 25N. Es 2021. El feminismo en España ha dejado de ser un movimiento fuerte y poderoso por culpa de “El borrado de las mujeres”.
Es así de triste. La hipótesis de las terfas (siento que se ofendan con este nombre pero es lo que hay) es que las mujeres trans son hombres que se disfrazan de mujeres para dinamitar el feminismo así que lo que hay que hacer es emplear toda la violencia necesaria hasta expulsar a esas personas de “nuestros espacios”. Su odio hacia los hombres trans entiendo que se debe a que abandonan las filas del ejército de mujeres. Su odio hacia las mujeres cis que ya no consideramos “nuestro” un espacio tan violento, tres cuartos de lo mismo.
Todo esto se parece al feminismo como un huevo a una castaña.
Miren, una vez más, me puso “El otro lado de la montaña” en la mano hace unos cuantos meses. Con esa vehemencia maravillosa suya de cuando quiere que leas, porque sabe que leer te hará bien.
Cuando hace eso con ficción siempre me resisto un poco más y luego me arrepiento de haber tardado tanto en hacerle caso, pero cuando me tiende así un ensayo no lo dudo.
He leído El otro lado de la montaña de forma fragmentada, en ratos muy raros (casi siempre al despertarme a media noche con los ojos como un buho) y hasta hoy no me había dado cuenta de cuánto ha influido en mis propios marcos mentales.
Por resumirlo mucho Minna Salami es una mujer brillante.
Está la literatura y luego la literatura femenina.
Está el fútbol y luego está el fútbol femenino.
Está el masculino y luego está el masculino genérico.
Está lo universal, lo que tiene que ver con el hombre (masculino genérico), y lo otro. Lo no masculino (ni genérico ni no genérico). Así se construye el mundo todavía hoy en 2021.
Media humanidad como excepción, como algo folclórico o exótico, como algo gracioso, esforzado, que a veces, casi casi casi casi llega al presunto nivel de los hombres (masculino no genérico) a lo que a veces los muchachos le hacen algo de caso.