Feminismo y ficción

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Hemos hablado ya varias veces en hilos de tuister sobre si una novela es feminista porque la ha escrito una tía, o porque trata según qué temas.

Hace mucho que intento explicar qué me parece a mi una ficción feminista y creo que este finde he encontrado un vehículo a través de dos series de Netflix (Nerfli para los amigos)

Dos veranos e Intimidad.


(AVISO: CREO QUE NO HAGO NINGÚN SPOILER. Pero si eres de esas personas que quiere ver las series sin saber absolutamente nada… no sigas leyendo por si acaso)

Dos veranos es una serie belga en la que un grupo de amigos de edad madura se reúnen en una isla privada (hola 10 negritos) a pasar unas vacaciones y rememoran las anteriores vacaciones del grupo donde pasaron #cosas. A los muchachos (ya señores) alguien les amenaza con publicar el vídeo de cómo violaron a una de sus amigas borracha e inconsciente. Todo precioso.

Intimidad es una serie española en la que la aspirante a la alcaldía de Bilbao observa cómo su vida se jode y sus aspiraciones políticas se esfuman cuando se publica un vídeo suyo teniendo sexo deseado y placentero con un hombre adulto.

Vi las dos series con recomendación de amigas feministas. Vi las dos series asumiendo que ambas iban a parecerme feministas y sin embargo la primera me ha parecido una sutil forma de reforzar los mitos patriarcales fundamentales: la maldad y deshonestidad de las mujeres y el amor romántico como una fuerza invencible y dramática a la que es imposible oponerse.
El refuerzo de los mitos patriarcales se hace de forma sutil, envolviendo todo de un mensaje aparentemente muy ligado a la “agenda feminista” sobre cuidados, dependencia, desigualdad, autonomía corporal, derecho al aborto. Pero en el trasfondo están los tópicos de siempre y la idea de que las mujeres son tan violentas y tan crueles pero mucho más sibilinas que los hombres. O eso me pareció a mi todo el rato.

Y la segunda me ha parecido una joya absoluta y la prueba de que se puede hacer una serie feminista, comprometida políticamente, cuidadosa, importante, con un mensaje impecable y se puede hacer además desde la calidad superlativa tanto del guión, la interpretación, producción, fotografía, música, lenguaje audiovisual y etc. No le encuentro ni un pero.

La vi ayer de dos tragos y como ya sabéis que prefiero dedicar mi tiempo a lo positivo que a lo negativo me ha servido para pensar un decálogo (que quizá nunca tenga diez puntos, ahora veremos) de lo que debe tener de forma irrenunciable una ficción contemporánea para que yo la considere feminista.

  1. Esperanza o utopías. He llegado a un punto en que esto es sencillamente irrenunciable. ¿Significa eso que tiene que ser naif, tener final feliz o que todo salga fenomenal? Ni mucho menos. Significa solo que para mi una de las claves del feminismo es la idea de que es posible mejorar el mundo. Sin esa idea el feminismo no sirve ni como sistema filosófico ni como herramienta ni como discurso ni como ideología para el avance.
    Y las series feministas necesitan esperanza. Hasta el cuento de la criada en su crudeza gore la tiene.
    Aspiramos a cambiar el mundo y toda ficción con un enfoque que podría parecer feminista pero que termina en la conclusión de que el mundo no va a cambiar no me parece feminista. Qué le vamos a hacer.

  2. Comunidad por oposición a individualidad. Sororidad es una palabra tan manida como empatía y acaba por no significar nada cuando la usa una política de Bocs para evitar que le hagan críticas legítimas otras mujeres. La sororidad intenta tener en cuenta cómo el sistema nos afecta en nuestras interacciones y juicios, con y hacia otras mujeres. Pero no significa que tengamos que estar a tope o de acuerdo con todo lo que otras mujeres hacen, dicen o proponen. La pregunta es si te sirve a ti o sirve al mundo, o a una porción del mundo mayor que 1. Puedo entender qué motiva a una mujer a proponer cosas terribles para el resto, que le vienen bien solo a ella pero mi idea de la sororidad es justo hablar de esto, de cómo hay cosas que perjudican al resto.

  3. Patriarcado explícito. Esto es lo fácil. Todas las ficciones que intentan subirse al carro del feminismo parecen capaces de señalar cómo el patriarcado jode a las mujeres. Cuanto menos feminista me parece una ficción más suele poner el foco en la violencia sexual y mostrarla de una forma tan “cruda” o “realista” que es indistinguible del porno más nocivo. Y ahí está el truco

  4. Mecanismos patriarcales explicados. Ese era el truco. Entender el mecanismo que hay detrás de lo explícito te permite elegir cómo muestras qué cosas y qué cosas no muestras. Pista: la forma de reflejar la violencia contra las mujeres dice mucho de si se nos intenta recordar que debemos tener un miedo paralizante o se nos intenta ayudar a salir de ese miedo

  5. Interseccionalidad. Si la raza, la clase, la orientación sexual, los roles de género etc no atraviesan de alguna forma esa ficción no me va a parecer feminista. Lo siento. Porque esto es 2022 y ya sabemos que además de los mecanismos patriarcales hay otros que contribuyen a perpetuar un sistema injusto. Y que no podemos priorizar unos sobre otros porque todos operan a la vez y nos joden a la vez.

  6. Análisis del poder. En las ficciones que me parecen feministas se analiza siempre muy bien quién tiene el poder, cómo lo entiende, cómo lo mantiene y para qué lo usa. Si sumamos este análisis con el punto 1 a veces pasan cosas simplemente maravillosas.

  7. Roles masculinos alternativos. Otra cosa que suele marcar la diferencia. Ya sabéis que me da un poco la risa con lo de las nuevas masculinidades porque en la vida real cada vez que un tío me ha hablado de esto ha resultado ser más de lo mismo pero especialmente manipulador y pasivo agresivo. O sea mal.
    En cualquier ficción que me resulta feminista siempre hay al menos un hombre replanteándose su forma de estar en el mundo. Al menos uno. Casi siempre varios.
    Volvemos otra vez al punto de la esperanza y la utopía. Cuando esos hombres encuentran algún mecanismo de lucha contra los mecanismos patriarcales y los aplican y los explican, la ficción tiende a resultarme placentera. Ya dije ayer que ese momento "Es muy sexy lo buen tío que eres" me hizo feliz. Porque además es algo que se acerca más a lo que vivo con mis amigas heteras que a lo que nos dicen que se supone buscamos en los muchachos. De verdad, ni de adolescente me han gustado los cabrones malotes que me trataban a patadas. Imagínate tú con 42 hasta qué punto he perfeccionado la técnica de irmde de donde me tratan mal y quedarme donde me tratan bien…

  8. Dudas. Os parecerá una tontería pero aparte de su función puramente técnica para ayudar a la trama, a mi las dudas y la forma de plantearla y enfrentarlas me dan pistas. Cuantas más cosas se cuestionen los personajes más posibilidades hay de que estén en la coctelera todas las cosas de este decálogo.

  9. Asunción de errores propios y de la importancia de su reparación. Hemos aprendido de los señores a usar el feminismo a nuestro favor. Ayer un senador de Bocs llamaba machistas a unos ciudadanos madrileños a quienes se les negaba su derecho al rezo porque no dejan rezar a las mujeres junto a ellos. Lo dice el mismo señor que quiere colegios católicos segregados financiados con fondos públicos. Un fulano al que las mujeres le parecen ciudadanas tan de segunda como los moros. Y nos usa a unas contra otros y viceversa. El feminismo no va de ti y de lo que tú puedes sacar. Va de cómo hacer mejor el mundo y muchas veces eso implica cambiar tú. Asumir tú que tú lo estás haciendo mal y que tienes que hacerlo distinto. Y las ficciones feministas siempre terminan representando esto en mayor o menor medida.

  10. Personajes femeninos que no sean un tropo, un cliché o un macguffin. No sé qué es peor: si las mujeres como los documentos de las pelis de espías, que no le importan a nadie, no se concretan en nada pero llevan a los chicos de las gabardinas de un lado a otro del mundo pasando por checkpoint, pisos francos y persecuciones en coches diversos saltando puentes levadizos. No sé que es peor, digo, si ser el objeto que hace avanzar la trama o ser el estereotipo. Estoy hasta el coño de la mujer fuerte que supera todas las dificultades sin despeinarse por amor. Estoy hasta el coño de la alta ejecutiva que es casi casi casi como un señor pero con traje de falda tubo en vez de pantalón de pinzas y más cruel porque las mujeres ya se sabe. Estoy hasta el coño de la esposa perfecta que despierta al mundo cuando se echa un amante que la ayuda a descubrir su sexualidad y sus gustos y necesidades. Porque ella sola no sabe. Faltaría más. Estoy harta de la que folla como un tío, sin enamorarse. Me da la risa. Y de la que sigue enamorada durante décadas de su novio del instituto, que encima siempre es un tío de lo peor. Porque todas esas representaciones planas de todos esos personajes femeninos tan bien construidos según el crítico machiruli de turno (de esos que dicen que la ficción es ficción y no existe pero luego piden una caña como si estuviesen interpretando un western setentero),todos esos personajes femeninos que no son ni un cuarto de personaje entre todos, contrastan con los masculinos que empiezan la historia en un sitio y la terminan en otro. La otra cosa tan innegociable como la esperanza es justo esta: los personajes que no son el hombre blanco hetero cis, más allá de la cuota. Existiendo como personaje que alguien se ha molestado en construir, poner a conversar y dejarse afectar por lo que sea que ocurre en la ficción. Hay demasiados "personajes femeninos" que son solo catalizadores. Imprescindibles para la reacción de ellos pero que al acabar esa reacción se mantienen inalterados mirando al infinito tan intertes y tan imposibles de creer como al principio.