Separar al artista de su obra
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Un par de semanas antes del 8M, un hombre me miró con cara de cordero degollado o de muñequito manga explicándome que la dureza de la violencia y la oscuridad de esa violencia que habían sufrido las mujeres a su alrededor le había tocado muy profundamente y le había cambiado y le hacían sentir asqueroso como hombre por ser parte de eso.
Yo, que soy una señora muy mayor y muy escéptica con esto de las “nuevas masculinidades”, dije lo que he dicho muchas veces en situaciones similares: no es cuestión de que te flageles, se trata solo de hacer tú distinto a partir de ahora. Cambiar algo.
Ese mismo hombre, una semana después, el 7M, comentó las ganas que tenía de ir a lo de Louis CK y yo le dije “ese señor asqueroso y encima el 8M. Es lo que te decía el otro día, este tipo de validaciones del acoso facilitan que siga ocurriendo en todos los ámbitos, todos a aplaudir y reírle las gracias a un agresor”
Le dije exactamente esto y lo sé porque lo escribí en un mensaje que puedo recuperar. Él respondió que se estaba replanteando ir. No añadí nada porque sabía que era mentira. Que quería que le diese un motivo para ir pero encima cargado de razón. Que no se planteaba ni por un segundo no asisitr. Que iba a ir, iba a aplaudir, iba a disfrutarlo, iba a seguir haciendo bromas asquerosas con sus amigos cuando las mujeres no miramos, no oimos, no estamos. Iba a seguir sacando ventaja de la situación y encima a seguir poniendo cara de muñequito manga intentando engañar a mujeres ingenuas.
Desgraciadamente no es ninguna excepción. Este es básicamente el proceder de todos esos muchachos tope de progres que te dan charlas pesadísimas sobre la importancia absoluta de separar al artista de la obra pero no separan nada de nada. Porque lo importante es siempre salirte con la tuya.
Aplauden al agresor, jalean al agresor, defienden al agresor, enriquecen al agresor con la excusa de valorar su obra y encima se inventan excusas, subterfugios, argumentos, tonterías variadas para quedar bien. Para que les des tu aprobación y pase a ser tu culpa. Ni con la responsabilidad de sus actos están dispuestos a cargar. Hasta esa carga quieren trasladárnoslas a nosotras.
En misa y repicando. Al plato y a las tajás.
No puede ser. Simplemente no es aceptable y yo no lo voy a aceptar más. El movimiento se demuestra andando. Palabras ya oigo muchas. Muchísimas. Todo el rato.
Muchachos al borde de las lágrimas horrorizados por la violencia y el machismo sobran en el mundo. Lo que faltan son hombres que cambien su forma de hacer.
Hombres que piensen: “bueno, entre perderme un show que me apetece y poner mi granito de arena o ir al show que me apetece, voy a elegir hacer lo correcto”. Entre seguir la “broma” del grupo de guasap para estar integrado o pedir por favor que no se usen según qué expresiones, voy a elegir hacer mi parte. Hacerme responsable.
Entre colgarme la medalla cuando hablo con una mujer feminista mientras sigo hipócrita sacando partido de la situación, o callarme la puta boca y hacer lo que toca, voy a elegir hacer lo que toca con la esperanza de que eso que hago se note.
Ellos dicen separar al artista de su obra. Yo voy a hacer lo mismo. Separar al artista, (esa persona que no es capaz de renunciar ni siquiera a una hora de espectáculo), de su obra (la performance, el numerito lacrimógeno, el triple salto mortal con tirabuzón en su razonamiento para excusarse).
Voy a separar completamente las dos cosas. Al artista de mi vida. Y su obra de mi vida. No quiero más numeritos lacrimógenos ni más piruetas mentales, ni más golpes de pecho ni más teatrillo. Quiero cerca a los que hacen algo. Intentan algo. Cambian algo. Asumen que tienen que vivir distinto o callarse la puta boca. O las dos cosas, ya puestas.
No pienso admitir ni un minuto más una sola conversación sobre separar al artista de su obra. Haz lo que te salga de los cojones, como siempre, pero no me tomes por idiota y sobre todo no me hagas perder un tiempo que no tengo con artistas que desprecio y sus aburridísimas, previsibles y nocivas obras. No vas a conseguir que finja que tienes razón. No vas a conseguir tener razón. Ni te engañas ni me engañas.
Ya no.