En torno a Camino al sol
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Seis canciones. 25 minutos de pura luz y pura música.
De mi forma de entender esas dos cosas.
Me he tenido que poner los cascos buenos antes de terminar la primera canción. Vicente García ha llenado cada segundo de este disco de detalles. De sonidos y silencios, de ondas concéntricas colándose hasta dentro.
Cada percusión, cada cuerda que vibra, cada sintetizador. Todas sus voces. Con esa calma de un año pandémico, mirando atardeceres a través de la ventana de ese ático en Bogotá lleno de su familia “de verdad” y su familia de músicos.
Cada vez conecto más con esa generosidad de buscar en los tiempos oscuros algo que nos calme y nos deslumbre. Lo contrario de la desgana. Todo ese cariño puesto en buscar y en probar. Encontrando sonidos nuevos, maneras nuevas que si lo piensas igual no son tan nuevas. Hay Caribe y hay new age y hay cumbia y hay folclore y raíces y herencia y referencias (noto hasta detalles traídos de Rosalía). Hay una paz de hombre con el secreto de la calma. Hay ninguna prisa, nada de ansia, lo repetitivo, lo meditativo. Tiempo para usarlo en algo que merezca la alegría.
Discos que te cambian el latido y la respiración. Que te llevan al sol pero también al mar. Lejos y dentro.
Gracias una vez más Vicente García por las certezas y la belleza