En torno a Miró (otra vez)
El verano de 2016 invertí una mañana en Aix en Provence visitando una exposición que hacía un recorrido por la obra de Turner y su relación con el color. En esa exposición descubrí hasta qué punto la pintura de Turner era pura innovación y no habría sido posible sin ciertos avances químicos con los pigmentos pero sobre todo sin su capacidad de entender cómo esos avances servían a su intención pictórica. La exposición era una maravilla, una de esas que tan raramente veo en España, en las que hay un relato y un camino y la sugerencia de cosas que descubrir. Que apelan a la curiosidad y a la complicidad del visitante. Que le dan hilos de los que tirar. Uno de aquellos hilos me llevó, en un salto mágico, a otro de mis pintores fetiche. Miró. A sus Constelaciones, más concretamente. Son unas pinturas pequeñas (como esos otros dos cuadros innovadores que Velázquez pintó para sí mismo en unos tiempos en los que los pintores pintaban para otros).