Epílogo otoñal a los #librosparaverano 2024

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Hoy está siendo el primer día verdaderamente otoñal en Madrí así que digamos que justo a tiempo.

Este verano he leído menos de lo que pensaba porque hay una personita de dos años en el mundo y su forma de ir a la playa es bastante incompatible con que yo lea. Pero aun así leí 14 de la lista y un infiltrado. Es decir, que en este verano de 2024 he leído 15 libros.

Puede que sea la vez que más libros me han defraudado.

Esperaba muchísimo más de Perforando las masculinidades aunque sí me ha servido para ordenar algunas cosas pero no para encontrar nada nuevo. Y además me cabrea un poco ese enfoque de “esto es bueno para nosotros” porque me parece muy mal principio para cambiar nada. Si la masculinidad se ha basado siempre en lo que es bueno para los muchachos, perforarla desde esa óptica me parece complicado. Pero de esto ya hablaremos con calma en La Mirador cuando hagamos el episodio de Por Qué Shonda. Si os apetece venir las entradas ya están a la venta (de hecho las primeras filas están casi llenas).

Y en la misma línea esperaba muchísimo más de Amor Capital de Karmele Jaio. Como novela me resultó bastante poco interesante y como artefacto para hablar del amor romántico me temo que no lo suficientemente potente. Es un libro que no está mal, que se lee sin demasiado esfuerzo y que un mes después de terminarlo no ha dejado ninguna huella relevante en mi. Al contrario justo de lo que me pasó con La casa del padre. Una novela que como novela me pareció espectacular y como artefacto para hablar sobre la masculinidad mucho mejor que el libro con el que he empezado este resumen.

También me defraudó El arte de perder. No es que a la novela le pase nada, o sí, yo creo que es demasiado ambiciosa. Es importante lo que pretende pero no sé si lo consigue del todo. Leer sobre cómo se ha tratado en Francia a las personas migrantes incluso aunque tuviesen “papeles” justo este verano tendría que haber sido una experiencia literaria más interesante y no lo fue. Fue políticamente relevante y el libro cuenta cosas importantes, pero la forma en que las cuenta me parece fallida hasta cierto punto. A ver si consigo explicarme bien: mientras leo veo todo el rato el esquema y las intenciones de su autora. Y eso es como ver los hilvanes en un traje de alta costura. No puede ser. Sé que soy una lectora insoportable. Muy exigente. Soy consciente. Pero creo que a estas alturas, trece años después, todas las personas que estáis leyendo esto lo sabéis de sobra y sois capaces de saber si un libro que a mi me decepciona a vosotras os podría gustar. Pero yo no perdería las 8h (siendo optimista y/o rápida) que cuesta leer este libro en leer este libro existiendo otros.

Me temo que tampoco me gustó demasiado La inquebrantable belleza de Rosalind Bone. Ese lirismo forzado y rebuscado es una barrera para mi, sé que a mucha gente le encanta esa forma de narrar. A mi me saca completamente de la historia. A mi me gusta al revés, me gusta cuando la belleza o la fuerza de las palabras o su capacidad para sugerir o provocar cosas ocurre sin que nadie se dé cuenta. Irónicamente eso me ha pasado con borracha menor, una especie de ensayo digamos tan menor como las minúsuclas con las que su autora lo titula. Pequeñito. Sobre el alcohol y el proceso creativo y la soledad y vivir en tránsito. Escrito aparentemente sin demasiadas pretensiones y sin embargo capaz de atraparte y de hacerte pensar muchísimo en muchas cosas. Y de querer conocer a Sofía Valbuena y hablar con ella de creación literaria y juegos.

Algo parecido me ha pasado con Un puñado de flechas, que es otro libro de no ficción, un libro donde sin embargo se cuentan muchísimas historias de arte, artistas, procesos creativos y búsquedas. Se cuentan muy bien. Es imposible no conectarse a lo que Gainza cuenta, no querer charlar con ella. Es imposible que su escritura no te afecte, te toque o te cambie. Y no parece que esté pretendiendo nada de eso.

Y también ocurre así con La península de las 24 estaciones que es una auto ficción donde Mayumi narra su año de huida de Tokio al Japón rural. Es un libro precioso para mi gusto, uno de esos en los que te sumerges y abandonas el alrededor.

La distancia que nos separa de O´Farrell fue otra novela que leí con gusto. Me habían dicho que era mucho peor que las últimas pero simplemente no me parece cierto. O´Farrell narra muy bien y va trenzando historias de muchas personas en distintos momentos y lugares para contarnos cómo escapar de lo malo de la familia sin perder lo bueno de la familia. A O´Farrell, en el fondo, le obsesiona cómo nos influyen nuestras familias. Y a mi me parece bien que le obsesione porque no he conseguido leer una novela suya que no me parezca bella e importante.

No todas las novelas tienen que ser importantes. Algunas son solo entretenidas. Eso le pasa a Mujeres de armas tomar. Es divertidísima. Quiero que hagan una serie protagonizada por esas asesinas a sueldo intentando jubilarse y que no las jubilen por la vía de apremio. He corrido por Nueva Orleans como si conociese la ciudad más allá del cine y las series. He saltado de un crucero como si alguna vez me hubiese subido en uno de esos barcos descomunales.

Secretos y escándalos es otra novela entretenida sin más pretensiones. Es como si una comedia romántica de Netflix se cruzase con una versión renovada de Agatha Christie. Pensé muchas veces en Tommy y Tuppence, mis personajes favoritos de Christie junto con Miss Marple. Y pasé un par de horas muy divertidas.

Y algunas novelas parecen solamente entretenidas pero tienen mucho más. Las mujeres Weyward es un buen ejemplo. Es una novela feminista que nos recuerda que algunos hombres dicen querernos pero nos odian y algunas veces la única solución es salir huyendo antes de que sea demasiado tarde. Otras es posible encontrar ayuda y destruir a quien te amenaza. O no queda más remedio porque es su vida o la tuya. Y si para contar esta historia más vieja que la orilla del río puedes aprovechar para hablar de brujería y de conexión con la naturaleza, pues muchísimo mejor.

Y de la relación de los humanos con el planeta que habitamos habla también Monje y Robot. Una utopía futurista que mezcla ecologismo, feminismo y antirracismo con una reflexión sobre qué nos hace felices realmente. Y llega a la conclusión de que sin conexión genuina con otras criaturas no hay forma de ser feliz. Yo creo que Monje y Robot es, entre muchas cosas, una novela que está escrita para recordarte que te dejes sentir lo que sientes. Hay gente que cree que puede ahorrarse el sufrimiento perdiéndose el placer. Yo creo que no funciona. Intuyo que Becky Chambers opina igual. El libro, ya lo dije, está escrito en lenguaje no binario, eso que dice la RAE que no existe. Y se lee con absoluta fluidez.

Antes he dicho que no perdería 8h en leer cierto libro existiendo otros. Otros como Los reyes de la casa. Delphine Vigan reflexiona sobre las redes sociales, la exposición de las vidas de la gente, cómo impacta eso en la infancia y en las expectativas vitales de personas aparentemente adultas. Y lo hace en una especie de thriller de esos de ritmo trepidante que una lee a toda velocidad casi sin darse cuenta de que todo eso de lo que Vigan habla mientras la poli intenta encontrar a una niña secuestrada, está calando y haciéndote preguntar cosas concretas que antes de empezar la novela solo eran intuiciones. Lo que hace Vigan, lo que hace O´Farrel, lo que hacen Valbuena, Gainza, Mayumi y tantas otras autoras con las que os doy periódicamente la brasa, es dificilísimo. Está al alcance de muy poca gente, me da muchísima envidia. Es dificilísimo pero no imposible. Me gustaría tener el poder de detectar esos libros por la cubierta. Leer solo esos libros. No perder mi escaso tiempo con nada que no lo tenga todo, pero para encontrar esas perlas no tengo más remedio que leer otras que me defraudan precisamente porque no consiguen esa especie de milagro del talento mezclado con la capacidad para exprimirlo y compartir el resultado con todo el mundo.

Y así ha pasado el verano, encontrando algunos diamantes entre cristales de colores que brillaban más o menos. Y así empieza el otoño, esa estación en la que el reto es encontrar tiempo para leer algo que no lea por “obligación”.

Hay demasiados libros que quedaron pendientes este verano, esta primavera, el invierno pasado, toda la vida. Y demasiado poco tiempo. Pero haré lo que pueda y, como siempre, os iré contando.

Próxima parada el resumen de los libros del año 2024. Siguiente estación, ya sabéis, buscar un reto de lectura para 2025 y más #librosparaverano

Espero que sigáis jugando conmigo como siempre!

PS. Por si alguien no lo sabe el infiltrado fue la segunda novela de Daoise Nolan, irlandesa. Hay gente que dice que es peor que la primera. Yo no estoy nada de acuerdo. Es una novela sobre el deseo que parece hablar sobre una boda y opino que es brillante. Me gusta mucho cómo escribe y la forma que elige para explorar ciertos temas sobre los que las mujeres escriben (escribimos) muy poco en realidad.