He leído este artículo en El salto sobre “dilemas de la posición masculina en violencias machistas” y tengo STRONG OPINIONS. O sea opiniones muy fuertes y que no son “simpáticas” y no les van a gustar, me temo, ni a su autor ni siquiera a los hombres contra los que ese autor escribe.
A ver si consigo explicarme. Empezemos por el principio: las únicas posiciones realmente útiles en lo que tienen que ver con las violencias machistas son las que implican DEJAR DE EMPLEAR CUALQUIER FORMA DE VIOLENCIA MACHISTA.
Y por lo que sea en todos estos sesudos debates de idas y venidas de las “nuevas masculinidades” ese punto nunca es el primero. Se marea la perdiz como si en la habitación no hubiese un elefante.
Un par de semanas antes del 8M, un hombre me miró con cara de cordero degollado o de muñequito manga explicándome que la dureza de la violencia y la oscuridad de esa violencia que habían sufrido las mujeres a su alrededor le había tocado muy profundamente y le había cambiado y le hacían sentir asqueroso como hombre por ser parte de eso.
Yo, que soy una señora muy mayor y muy escéptica con esto de las “nuevas masculinidades”, dije lo que he dicho muchas veces en situaciones similares: no es cuestión de que te flageles, se trata solo de hacer tú distinto a partir de ahora. Cambiar algo.
Ese mismo hombre, una semana después, el 7M, comentó las ganas que tenía de ir a lo de Louis CK y yo le dije “ese señor asqueroso y encima el 8M. Es lo que te decía el otro día, este tipo de validaciones del acoso facilitan que siga ocurriendo en todos los ámbitos, todos a aplaudir y reírle las gracias a un agresor”