El verano de 2016 invertí una mañana en Aix en Provence visitando una exposición que hacía un recorrido por la obra de Turner y su relación con el color.
En esa exposición descubrí hasta qué punto la pintura de Turner era pura innovación y no habría sido posible sin ciertos avances químicos con los pigmentos pero sobre todo sin su capacidad de entender cómo esos avances servían a su intención pictórica.
La exposición era una maravilla, una de esas que tan raramente veo en España, en las que hay un relato y un camino y la sugerencia de cosas que descubrir. Que apelan a la curiosidad y a la complicidad del visitante. Que le dan hilos de los que tirar.
Uno de aquellos hilos me llevó, en un salto mágico, a otro de mis pintores fetiche. Miró. A sus Constelaciones, más concretamente.
Son unas pinturas pequeñas (como esos otros dos cuadros innovadores que Velázquez pintó para sí mismo en unos tiempos en los que los pintores pintaban para otros).
Los del NOTALLMEN. Los de “a mi nunca se me ocurriría forzar a una mujer a tener sexo cuando me dice que no” los de “yo nunca le he puesto la mano encima a ninguna” los de “por quién me tomas estoy en contra de la trata de niñas” los de “jamás dispararía a bocajarro a mi novia si me deja y se lía con otra tía”. Los de “nunca en mi vida he drogado a una mujer para violarla”. Los de “yo no voy por ahí acosando a tías por la calle”.
Es decir, todos esos tíos que os sentís interpelados y aludidos cada vez que una mujer se queja de algo machista o cuenta su experiencia como víctima de cualquier agresión hacednos el inmenso favor de coger toda esa frustración vuestra de “nice guys” poco valorados por culpa del resto de los machos e id donde esos machos a decirles “tú, no violes que luego a mi no me ponen la medalla”. “Tú, deja de insinuar que es bonito pagar por sexo con menores que luego pago yo tus platos rotos” “Tú, no hables así a tu novia, no le rompas las costillas que luego la mía desconfía porque somos amiguitos y vamos juntos al fútbol”.
Corred. Id donde ellos y contadles a ellos todos estos rollos que nos contáis a nosotras de lo majos que sois y lo poco que os valoramos por culpa de otros hombres que no sois vosotros.Haced algo útil o de lo contrario tendré que seguir pensando que en realidad los estáis defendiendo y haciéndoles el caldo gordo cambiando la conversación a lo majos que sois vosotros como si vosotros fueseis siempre el centro del puto universo.
NOTA: Post express escrito con la misma intención que el del mansplaining en 5 cómodos pasos. Porque estoy hasta los ovarios de explicar siempre lo mismo una y otra vez. A partir de ahora enlace y puerta.
Y como siempre, acepto colaboraciones (y no, querido nice guy que me lees, no me refiero con colaboración a ti diciéndome que tú jamás loquesea)
Solo conocemos a Maria Salomea Skłodowska por el apellido de su marido. Era polaca. Su madre, a mediados del XIX, dirigía un colegio para chicas y murió cuando ella tenía 9 años. No creo que se pudiese imaginar que Maria Salomea iba a ser la primera persona en conseguir dos premios Nobel en dos categorías distintas.
Porque sí, Sklodowska es el apellido de soltera de Curie. El apellido que tenía cuando llegó a la universidad de París y dice que tuvo que esforzarse mucho para ponerse al nivel de sus compañeros pero luego resulta que era la mejor en todo y que se licenció casi a la vez en Física y en Matemáticas. Hay que leer la breve versión de su vida que ella dio como anexo a la extensa biografía que escribió sobre su marido, para comprender la influencia que tuvo en Curie el hecho de pasar los veranos en el campo, siendo libre y pudiendo experimentar. Meterse en los charcos, mirar desde cerca. Leyendo a Marie es imposible no percibir aquella curiosidad suya tan inevitable, tan innata, pero tan ayudada por un entorno estimulante. Esa capacidad infantil, que mantuvo hasta el final de su vida, de sorprenderse con cosas (es delicioso leerla impresionada por las cataratas del Niágara a los 54 años), de seguir mirando lo ya visto como si fuese la primera vez.
Que no se crean con derecho a decidir qué es feminista y qué no lo es. No cuesta nada decir “a mi esto no me ha parecido feminista por este motivo y como me genera dudas voy a escuchar a mujeres feminista a ver si su visión me ayuda a comprender esa lucha justa y SUYA que pretendo apoyar”
Que no se crean el centro de todo, todo el rato. Mis dudas, mi experiencia, yo no violo, ponedme a mi una medalla que mirad qué majo soy. Como locadelcoño prefiero poner yo las medallas feminazis a quien quiera, cuando quiera, por lo que quiera.
Que partan de la base de que son machistas. Todos lo somos. El patriarcado en vena durante generaciones y generaciones deja secuelas irreversibles. Como feminista una de las cosas que más me ocupo por tener presente es que en una reacción visceral tenderé al machismo. Por más que lleve años intentando cambiar eso. Hay muchas cosas que he racionalizado a base de mucho esfuerzo hasta llegar a casi automatizar. Pero hay muchas más que tengo que pensar con mucho cuidado cada vez. Si eso nos pasa a las mujeres feministas, que somos conscientes de que sufrimos lo peor del machismo y no tenemos ninguna de sus ventajillas imaginaos a los que sacan algo del asunto
Que entiendan que el esfuerzo que les cuesta decirle a una mujer “tienes razón, me he equivocado, no volverá a pasar más” no es casual. Nos reímos del rey emérito pero al menos fue capaz de pronunciar las palabritas de marras.
Que hagan el esfuerzo ahora que entienden de donde viene. Es decir, que intenten decirles a las mujeres con las que conviven “tienes razón, esto que he dicho o hecho es machista y no me había dado cuenta”.
Que escuchen a las mujeres. Que no las interrumpan. Que no las desacrediten de base. Una cosa que les pasa a todos los hombres que se inician en el feminismo es que consideran ofensivo que las mujeres los manden callar y escuchar. Las feministas mandamos callar y escuchar a los hombres que dicen ser feministas precisamente para demostrar hasta qué punto ni han empezado a entender nada. La idea de dar un paso atrás, de ser retaguardia, de no marcar el paso, de no decidir, de no tener la última palabra frente a una mujer, molesta a todos los hombres del mundo a no ser que hayan hecho un esfuerzo consciente para racionalizar el origen de esa molestia y resolverlo.
Que lean libros y comics escritos por mujeres, vean pelis dirigidas por mujeres. Que hagan algo pequeño, consciente y apostaría que placentero por descubrir que las mujeres tiene (tenemos) voces propias, diversas, variadas y ricas. Que tienen cosas que decir. Cosas distintas que decir.
Que no digan “qué más quieres que haga” cada vez que hagan una mínima cosa. Que no recurran a compararse con otros hombres más gañanes, con otras culturas que desde lejos nos parecen más crueles con las mujeres. Que no se excusen en que otros son peores.
Que entiendan que mujer es cualquiera que diga serlo y hombre igual. Independientemente de su aspecto físico, su forma de comportarse, o de vivir, lo que diga su DNI o su partida de nacimiento. Y que se planteen por qué cuesta tanto aceptar que otros se autodefinan en algo que no afecta a los demás para aboslutamente nada.
Que no utilicen el feminismo para ligar, vender lo que sea que hagan, quedar bien y etc si no son capaces de mojarse en su día a día. De decirle a su colega “no hables así de tu novia”, “ese chiste es machista”, “eres un maltratador” o cualquier otra de todas las cosas que la mayor parte de los hombres se callan la mayor parte de las veces porque buff qué pereza. Manteniendo así indirectamente un sistema injusto y moralmente despreciable
BOLA EXTRA: Que entiendan que esa agresividad que sienten cuando oyen patriarcado, privilegio y etc es machismo incrustado. Nadie te insulta ni te hace de menos cuando dice que como hombre tienes privilegios. Los tienes. Tan interiorizados que has pasado a confundirlos con derechos.
Ejemplo sangrante: ese muchacho que le decía a Jessica el otro día que a los hombres los encarcelan por violar pero a las mujeres no las encarcelan por negarles sexo a sus maridos. Lo decía en serio. Creía razonable que el matrimonio dé a un hombre el derecho a disponer a su antojo del cuerpo de otra persona. Estupefacto ante la falta de comprensión y entendimiento, la cortez de miras de todas esas mujeres que se llevaban las manos a la cabeza intentando explicarle que eso es machista y que revertir eso no es “preponderancia de la mujer” es que nosotras tengamos la misma autonomía para decir qué hacer con nuestro cuerpo y cuándo que cualquier hombre.
… qué es agresión qué acoso y qué cosas que nos agreden son en realidad cumplidos. Hombres que nos enseñan a comportarnos y nos explican por qué deberíamos dejar las quejas absurdas de locas del coño o de pequeñoburguesas quejicas. Flaco favor le hacemos al feminismo. Tendríamos que aprender de ellos.
Hombres diciéndonos qué es histeria y qué deseo. Hombres diciéndome a mi cómo es mi SPM y por qué en realidad no es antes sino durante la regla. Porque del antes no se enteran. Nunca. Del durante, a veces, tampoco. Hombres diciéndonos qué debemos sentir al parir o al corrernos.
Ahora a quedarte igual (o peor) se le llama “Orgasmo emocional femenino”. Que lo ha dicho el ABC.
Solo con verle disfrutar a él tú ya eres feliz, lo sabe eIlos aunque no entiendan por qué de ese sexo que termina siempre con tu orgasmo emocional NO tienes ganas NUNCA. Bueno, si lo entienden, porque eres una loca del coño depresiva y reprimida incapaz de abrazar el placer que te procuran con su disfrute egoísta. Aprende de las geishas y las prostitutas que se lo pasan siempre tan bien con ellos y solo con ellos y siempre lo están deseando. Que no les cobrarían porque son viciosas adictas al orgasmo emocional.
Esos mismos hombres sostienen que las mujeres cuando decimos sí, no, o no lo sé lo que queremos decir en realidad es “lo que tú digas cariño que para eso eres el hombre”
Van Gogh pintó varias noches estrelladas. Tres que yo sepa. Solo he tenido delante una. Y es una de las pinturas que más me ha impresionado en directo. Una de esas que has visto tantas veces en reproducciones variadas que parece no poder sorprenderte y en cambio se las arreglan para dejarte boquiabierta.
Hay algo con los buenos cuadros que ni las técnicas de reproducción más precisas pueden captar.
Eso pasa también con varios Velázquez (por ejemplo la venus del espejo), muchos Goya (la camisa blanca cegadora de los fusilamientos del 3 de mayo o las miradas humanas de los caballos frente a los ojos febriles, enloquecidos e irracionales de los Mamelucos son cosas que se pierden en las reproducciones y que a uno le golpean cuando dobla una esquina de El Prado y se las encuentra delante de las narices. Le golpean incluso en la sobreexposición sensorial que supone visitar un museo enorme lleno de obras de arte universales).